La sensibilidad espiritual, que va madurando en el caminar junto a Él, nos involucra hondamente con su proyecto, articulando el anhelo y el trabajo necesario para hacer venir a nosotros el Reino de Dios. Este proyecto de Dios fue, y sigue siendo, el todo de Jesús; lo que impulsó su vida para hacerlo realidad.
Ese Todo es un tesoro que despierta en nosotros una alegría que nos mueve a invertir nuestro todo. El valor del Reino es tan alto que nuestro asombro va seguido del desprendimiento: jugarnos nuestro haber y poseer por el Todo del Amor.
Ese Todo es un perla que atrapa nuestra sensibilidad espiritual por su belleza y valor. El Amor es la perla del Reino, que se vuelve también el criterio decisivo para toda la realidad. Su valor es capaz de captar no solo nuestra atención, sino también nuestra voluntad para entregar nuestro más grande tesoro, nuestra vida. Su verdad resplandece con belleza, quitándonos los miedos para arriesgarnos por su totalidad de sentido, significado, plenitud y libertad.
El Todo de Jesús es un proyecto contracorriente a las propuestas de plenitud que nos ofrecen día a día por medio de placeres fugaces y necesidades adquiridas. Ese Todo es una verdadera alegría para quien identifica el tesoro del Reino, y es tan radical la acción que produce, que invertir nuestro todo por su Todo es un paso natural.
Ser cristianos implica identificarnos con el proyecto de Jesús, el Reino de Dios. Un Reino que no es una ideología, sino el puro Amor como criterio de vida, que va sistémicamente permeando la totalidad de nuestra persona y entrelazando una nueva y plena realidad.
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Mapi Cerdeña
Gerardo Aguilar, SJ
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